Un reciente informe revela que solo el 32% de los ejecutivos se sienten satisfechos con las prácticas de medición de la innovación en sus empresas, y se ha observado una clara tendencia a la baja en este porcentaje. A medida que las empresas enfrentan desafíos económicos y buscan optimizar cada dólar invertido, la insatisfacción con los métodos de medición se convierte en un tema crítico. A pesar de que muchos reconocen la importancia de contar con métricas efectivas para evaluar el retorno de la inversión en innovación, las acciones necesarias para mejorar estas prácticas parecen escasas. Este desajuste sugiere que las empresas no están priorizando la evolución de sus métodos de evaluación, lo que podría llevar incluso a un aumento en la frustración entre los ejecutivos.
Las dificultades para medir correctamente la innovación no son una novedad. Desde la primera encuesta sobre innovación en 2004, se ha evidenciado que muchas empresas no logran obtener un retorno satisfactorio de sus inversiones en innovación. Aunque un 73% de los ejecutivos creen que la innovación debería ser medida tan rigurosamente como otras operaciones comerciales, solo el 46% lo está haciendo realmente. Este desfase entre la percepción y la realidad subraya una falta de alineación estratégica que podría perjudicar gravemente el crecimiento y la competitividad de las organizaciones en el mercado actual. ¿Por qué persiste esta falta de acción a pesar del reconocimiento generalizado de la necesidad de mejores métricas?
En una reciente encuesta, las razones más citadas por los ejecutivos para no implementar métricas de innovación van desde la incertidumbre sobre qué medidas adoptar, hasta la baja prioridad que se le otorga a la medición de la innovación. El 32% mencionó la confusión en torno a las métricas adecuadas, mientras que un 30% consideró que la medición no era una prioridad alta. Adicionalmente, sólo un 12% culpó a la falta de apoyo de los ejecutivos de alto nivel. Este escenario indica que las empresas podrían estar atrapadas en una cultura empresarial que minimiza la importancia de medir la innovación, lo que obstaculiza el progreso necesario para evolutivas prácticas más efectivas.
Uno de los hallazgos más sorprendentes del informe es que el 52% de las empresas utilizan cinco o menos métricas para evaluar la innovación, lo cual es insuficiente para captar adecuadamente el complejo panorama que dicha actividad conlleva. Para obtener una evaluación justa y precisa, es crucial que las empresas midan insumos, rendimiento y resultados. Según expertos, un conjunto ideal de métricas debería oscilar entre ocho y doce, permitiendo así un análisis equilibrado sin caer en la sobrecarga informativa. Es fundamental que las empresas comprendan no solo la necesidad de contar con métricas, sino también la importancia de utilizarlas de manera consistente para potenciar el rendimiento de sus procesos de innovación.
La medición de la innovación no solo es crucial para evaluar el rendimiento, sino que también está intrínsecamente ligada al éxito empresarial en un entorno altamente competitivo. Las empresas que invierten en prácticas de medición sólidas son más propensas a realizar avances significativos en el mercado, asegurando así un retorno de inversión favorable. Sin embargo, muchas aún dependen en exceso de referencias externas y benchmarks, que, si bien pueden ofrecer insights valiosos, no deben ser la única guía para la toma de decisiones. Al final, el consejo para las empresas es claro: seleccionen métricas que realmente importen y mantengan un enfoque constante en la mejora continua de sus capacidades de medición para maximizar los beneficios de sus esfuerzos en innovación.