En los últimos años, el mundo ha sido testigo de un creciente desencanto hacia las instituciones tradicionales, como los gobiernos y las organizaciones políticas. Este fenómeno ha generado la necesidad urgente de encontrar nuevas fuentes de confianza que promuevan el desarrollo social y económico. En este contexto, el sector empresarial ha emergido como un actor clave, ganando la confianza de la sociedad y posicionándose como el motor más confiable para impulsar la innovación y el cambio en la sociedad. De acuerdo con el informe Edelman Trust Barometer 2024, el 64% de los colombianos considera a las empresas como la institución más confiable para fomentar la innovación, lo que refleja una tendencia global que redefine el papel de las empresas en la economía moderna.
El impacto de la confianza empresarial no se limita a la percepción social; también influye directamente en el rendimiento financiero. Según un informe de Deloitte (2024), las empresas que logran generar confianza con sus clientes y empleados superan a sus competidores en un 400%. Este dato revela que la confianza se ha convertido en un requisito indispensable para destacar en un mercado cada vez más competitivo. Los consumidores, al confiar en una marca, tienen un 88% más de probabilidades de repetir su compra, mientras que el 79% de los empleados que confían en su empleador son más motivados y tienen menor probabilidad de dejar la compañía. Estos indicadores evidencian un cambio en las expectativas de los consumidores hacia las empresas.
Dentro de este panorama, el modelo de las Empresas B ha cobrado relevancia, proponiendo una redefinición del éxito económico. Estas empresas cumplen con rigurosos estándares de desempeño social y ambiental, buscando generar un impacto positivo en las comunidades donde operan. En Colombia, más de 120 empresas están certificadas como Empresas B, contribuyendo al empleo de más de 798,000 personas. El Movimiento B representa no solo una certificación, sino una comunidad comprometida con la transformación de los paradigmas económicos tradicionales. Camilo Ramírez, Director Ejecutivo de Sistema B Colombia, destaca que el cambio radica no solo en la certificación, sino en la comunidad que apoya este nuevo enfoque empresarial.
El futuro de las Empresas B en Colombia se vislumbra prometedor, con expectativas de que más de mil nuevas empresas se unan al movimiento para 2025. A través de la Evaluación de Impacto B, una herramienta gratuita que permite a las empresas medir su impacto social y ambiental, se espera que las empresas adopten prácticas más responsables y alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Ramírez señala que la certificación es solo el inicio de un proceso más amplio, donde lo esencial es cómo estas empresas transforman la manera de hacer negocios y su impacto en la sociedad.
La Evaluación de Impacto B ha demostrado ser un instrumento eficaz, utilizado por más de 300,000 organizaciones a nivel mundial. A medida que la demanda de responsabilidad social y ambiental crece, B Lab, la organización detrás de la certificación, planea evolucionar sus estándares para garantizar que las Empresas B no solo busquen maximizar sus beneficios, sino que también contribuyan activamente al bienestar colectivo y al cuidado del medio ambiente. En un contexto donde el 64% de los colombianos confían en las empresas como líderes en innovación, es crucial que estas adopten modelos sostenibles y responsables, convirtiéndose en agentes de cambio que promuevan una economía más inclusiva, equitativa y regenerativa.
